Son productos obtenidos a partir de arcillas naturales y otros componentes minerales, a veces con aditivos de diferente naturaleza, que tras un proceso de modelado (dar forma), se someten a operaciones de secado, aplicación de esmaltes y decoraciones, así como otros tratamientos, para desembocar en uno o varios procesos de cocción que confieren el estado final y, en consecuencia, las propiedades técnicas y estéticas.
Precisamente, el hecho de estar elaboradas con materias primas naturales y someterlas después a uno o varios procesos de cocción les distingue del resto de los materiales rígidos modulares:
Por su geometría, al ser placas de poco grosor y dimensiones más o menos regulares y sencillas, se utilizan para el revestimiento de suelos y paredes. Por este motivo, son productos ligados a la Arquitectura y, como tales, deben considerarse como productos semielaborados del sector de la construcción, los cuales alcanzan la categoría de producto acabado cuando ya están colocados en el suelo o en la pared.
La baldosa cerámica es considerada como un material de revestimiento desde las primeras civilizaciones de la Humanidad, en cierta manera derivada de los ladrillos vistos que, a partir de un determinado momento, se independiza del soporte sobre el que se asienta.
Como material modular, ha permitido la creación de composiciones al mismo nivel de complejidad que los mosaicos, en base a la geometría griega. Precisamente el arte de la composición, por colocación de una determinada manera de las baldosas cerámicas, es consustancial al oficio de Alicatador/Solador.
Como placa de una gran superficie vista respecto al grosor ha permitido desde tiempos remotos constituirse en soporte de tratamientos de diferente naturaleza para embellecer esa superficie, impermeabilizarla y obtener diferentes resultados en cuanto a diseño gráfico y color.
Al partir de un elemento plástico como es la arcilla mezclada con agua, la baldosa cerámica puede modelarse en relieve alcanzando con ello la tridimensionalidad, con una propiedad añadida por el efecto óptico que puede generar en función de la incidencia de la luz.
Así pues, la modularidad, la textura hasta el relieve tridimensional y como soporte de tratamiento gráfico y cromático, son las principales propiedades de ese producto unitario que denominamos baldosa cerámica. Estas tres propiedades condensan la caracterización estética de la baldosa cerámica, y la primera de ellas es consustancial a la técnica y el arte de revestir paredes y suelos, asociada por tanto al oficio y especialidad del alicatado/solado.
Además, entre las características funcionales descritas en la introducción de los recubrimientos rígidos modulares, cabe destacar en la baldosa cerámica:
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